mastico un sanguche amargo mientras el otoño me mastica. el barrio está tranquilo. ya no se escuchan aplausos ni cacerolas. solo gotas rebotando contra todo tipo de superficies. cada tanto el chirrido de una bici que viaja por la perpendicular. panea por mi oído derecho siempre desde la frente hacia la nuca. es una noche fresca. me da espacio para andar por pasillos afectivos que hace mucho no transito. me cruzo un walter, una gisella, un marcos, una daniela: personas que creí haber borrado y ya ves. no se sulfatan las pilas de la radio que me habita. marchan en hilera los pensamientos: vas estigmatizando del afuera lo que no aceptás de vos. ¡cuántas veces señalaste de las ratas su apariencia? se testea en ellas una hipótesis de salvación. deberíamos aplaudirlas, fervientes, hacerles un monumento. una rata gigante en el cruce de dos avenidas emblemáticas.