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rata emblemática

mastico  un sanguche amargo  mientras el otoño  me mastica. el barrio  está tranquilo. ya no se escuchan  aplausos ni cacerolas. solo gotas  rebotando contra todo tipo de superficies. cada tanto  el chirrido de una bici  que viaja por la  perpendicular. panea  por mi oído derecho siempre desde la frente  hacia la nuca. es una noche fresca. me da espacio para andar  por pasillos afectivos que hace mucho  no transito. me cruzo  un walter, una gisella, un marcos, una daniela: personas que creí  haber borrado  y ya ves. no se sulfatan las pilas de la radio que me habita. marchan en hilera  los pensamientos: vas estigmatizando del afuera lo que no aceptás de vos. ¡cuántas veces señalaste  de las ratas su apariencia? se testea en ellas una hipótesis de salvación. deberíamos  aplaudirlas, fervientes,  hacerles un monumento. una rata gigante en el cruce de dos avenidas emblemáticas.

tren a vos

pasa a fase cuatro y marcha un tren a vos la boca es cada vez más erótica prohibida la lengua un tobogán de partículas los besos no dados dan un número que no podemos imaginar veo al hombre araña bajo la lluvia cuando pinta el beso invertido pienso todo gran poder demanda una gran responsabilidad me pongo de nuevo mi tapabocas y bajo a buscar las empanadas que me tocan el timbre una vez y me duran tres comidas

madre e hija

de mi mamá aprendí el amor de mi abuela el amor al cuadrado mi abuela crió sola a mi mamá en las décadas del cincuenta y sesenta en un pueblo de mil quinientos habitantes con la historia personal y la densidad  de la cultura  encima mi abuela llevaba a mi mamá a un curso de cocina  cuando mi mamá  tenía once años era la niña  de la clase muy lúdica cocinaba  el puchero que alimentaba  a todos los tíos Rosa degollaba  la gallina la metía en una olla hirviendo para limpiarla y mi mamá hacía el resto mi abuela llevaba a mi mamá a folclore y mi mamá bailaba paso doble, chacarera, zamba, confeccionaban  trajes de fantasía y mi mamá se vestía con sentimientos argentinos  mis tíos abuelos  Albérico y Juan organizaban la milonga del barrio después de organizar  un par de peñas me enteré me contó mi mamá una vez más comprendí  que no estaba inventando nada que hasta el más destellante pensamiento

lo que está en el medio

todos  los días tengo cuarenta minutos  de claridad agitadora y mil cuatrocientos de confusión  ensimismada si cuando hablamos notaste un espaldarazo de la voluntad un tanque cabalgando el viento sonda quiero que sepas que no soy ni los minutos claros ni los confusos soy apenas lo que está  en el medio y cuando parte el patio el rayo de la identificación rápidamente aunque rostizado noto que no soy en esencia ni tiempo  ni emoción